Para sus votantes puede ser una tranquilidad.
Para sus críticos, una pesadilla. Pero más allá de puntos de vista, Donald
Trump parece estar haciendo algo atípico para un presidente de Estados Unidos
recién investido: cumplir sus promesas.
En las dos semanas que lleva en la Casa
Blanca, Trump vedó el ingreso a EE.UU. de refugiados y migrantes
musulmanes, sacó a su país de un ambicioso acuerdo económico internacional y
ordenó construir un muro a lo largo de la frontera con México.
Además dio pasos para comenzar a deportar en
masa a inmigrantes indocumentados, desarmar la reforma de salud de su
antecesor, reactivar la construcción de polémicos oleoductos o lograr una
mayoría conservadora en la Corte Suprema.
Todo eso y más son propuestas que Trump había
lanzado antes de las elecciones de noviembre, a menudo con un estilo
grandilocuente que, de hecho, también mantiene en la presidencia.
"Si escuchaste su campaña y miras lo que
está haciendo, hay un alto grado de consistencia allí", dice James
Campbell, un profesor distinguido de ciencia política en la Universidad de
Búfalo, a BBC Mundo.
Sin embargo, muchas de estas medidas fueron
tomadas a contrarreloj, exhibiendo a menudo falta de articulación en el
gobierno de la superpotencia global, enajenando a aliados dentro y fuera del
país.
Y también hubo algunas reculadas.
Entonces, surgen dos grandes preguntas:
¿cuántas iniciativas ha concretado realmente Trump en su inusual sprint de
inicio de gobierno? ¿Y cuántas podrá concretar en todo su mandato?
Lo cumplido
Trump hizo infinidad de promesas en su
campaña, comenzando por su eslogan de "que América vuelva a ser grande".
Pero muchos de sus planteos fueron
relativizados por él mismo en plena campaña: por ejemplo, comenzó indicando que
deportaría a los 11 millones de inmigrantes sin papeles y luego sugirió que se
concentraría en quienes cometieron delitos.
Como presidente, Trump ha utilizado el
instrumento de las órdenes ejecutivas para tomar diversas medidas, algo
que también podía ser previsible por ser un hombre de negocios, acostumbrado a
decidir y sin experiencia de gobierno.
En su primera jornada completa de trabajo en
la Casa Blanca,firmó una de esas órdenes para retirar a EE.UU. del Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés).
Suscrito por 12 países que suman el 40% de la
economía mundial y casi un tercio de los flujos comerciales, el TPP había sido
negociado por el expresidente Barack Obama y calificado por Trump en la campaña
como "un desastre potencial".
Al cumplir a su primera semana presidencial,
Trump firmó otra orden ejecutiva para vedar el ingreso a EE.UU. de
ciudadanos de siete países musulmanes por al menos 90 días y de refugiados en
general por al menos 120 días.
Lo hizo invocando razones de seguridad, para
mantener alejados a "terroristas islámicos radicales", desatando
caos en aeropuertos y protestas alrededor del mundo.
Pero lo cierto es que ya en campaña Trump
había prometido impedir el ingreso de refugiados sirios al país, o detener la
inmigración musulmana. aunque su orden presidencial excluye a otros países
vistos como cunas de extremistas.
El mandatario firmó además otra orden para
autorizar la construcción del oleoducto Keystone XL, como prometió en campaña
después que Obama lo frenara negando que crease empleos estables y advirtiendo
que podría afectar la imagen del país en materia ambiental.
Y esta semana Trump nominó al juez Neil
Gorsuch para ocupar la silla vacía en la Corte Suprema de EE.UU., buscando
romper el equilibrio que hay en el máximo tribunal a favor de la línea
conservadora.
El propio Trump había dicho antes de asumir
que esa nominación, que precisa ser confirmada por el Congreso, la haría rápido
porque "es una de las razones" por las que fue electo.
"Se está moviendo tan rápido como el
proceso se lo permite", sostiene Campbell, autor de un libro sobre la
división política de EE.UU. titulado "Polarized" (Polarizado).
Y señala que, en función de los visto en
estas dos semanas, "podemos esperar una presidencia muy agresiva,
siguiendo una agenda nacionalista, populista, conservadora".
¿Tiro por la culata?
Al mismo tiempo que Trump firme órdenes
ejecutivas, está lejos de significar que las mismas se cumplirán.
Obama firmó al iniciar su gobierno en 2009
una orden ejecutiva para cerrar la prisión de Guantánamo en un año.
Sin embargo, nunca lo logró en sus ocho años
de gobierno.
Trump también firmó una orden ejecutiva para
construir de forma "inmediata" un muro a lo largo de toda la frontera
con México, una de las promesas más emblemáticas de su campaña.
Pero ni siquiera está definido cómo se
financiará esa obra de más de US$10.000 millones, algo que definirá el
Congreso, y el presidente admitió que aun no tiene fecha para levantar el muro.
Su afirmación de que México pagará de alguna
forma por la obra irritó a México, cuyo presidente Enrique Peña Nieto canceló
una visita a Washington.
Ese no fue el único roce que Trump ha tenido
con aliados de Washington.
El miércoles surgieron reportes de que se
enfadó con el primer ministro de Australia, Malcom Turnbull, cuando éste le
pidió por teléfono que mantuviera un acuerdo por el cual EE.UU. recibiría 1.200
refugiados de un centro de detención en su país.
Algunos analistas creen que Trump ha seguido
una estrategia para satisfacer a su base electoral, mostrado que cumple sus
promesas, pero el tiro podría salirle por la culata.
"Eso sólo da resultados por cierto
tiempo", dice Bruce Oppenheimer, profesor de ciencia política en la Universidad
de Vanderbilt.
"En determinado momento te hacen
responsable por los resultados que produces. Y si los resultados son
manifestaciones en aeropuertos, los australianos enojados contigo, estar cerca
de crear incidentes internacionales con aliados, eso es problemático".
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contradicciones de un presidente
Lo que falta ver
Trump también ha ordenado aumentar la
cantidad de centros de detención de inmigrantes, de personal de vigilancia
fronteriza y de jueces migratorios, para deportar a una parte de los 11
millones de indocumentados.
Pero eso requiere de asignaciones de recursos
que pueden ser esquivas.
Su idea de renegociar el acuerdo NAFTA de
libre comercio con México y Canadá para lograr mejores términos de intercambio también
la plasmó en una orden ejecutiva, pero según expertos la tarea puede ser
ardua por el grado de integración entre esas economías.
Durante la campaña Trump afirmaba que tenía
un plan secreto para derrotar a Estado Islámico, pero luego de asumir firmó una
orden para que el Pentágono presente en un mes un plan para derrotar a Estado
Islámico.
También hubo aparentes contramarchas del
nuevo gobierno, por ejemplo respecto a quiénes estaban afectados por la veda a
la inmigración.
Como candidato, Trump defendió a Israel y
cuestionó a Obama por permitir que el Consejo de Seguridad de la ONU pasara una
resolución condenando la expansión de asentamientos judíos en territorios
palestinos.
Pero el jueves cambió repentinamente de
postura con un comunicado de la Casa Blanca que pidió al gobierno israelí que
evite expandir la construcción de más asentamientos porque podría "no ser
una ayuda" para alcanzar la paz.
Por otro lado, Trump se mostró en la campaña
dispuesto a mejorar relaciones con Rusia, pero su nueva embajadora ante la ONU,
Nikki Haley, sugirió el jueves que eso no ocurrirá mientras Moscú mantenga
sus "acciones agresivas" en Ucrania.
Además, aun está por verse cómo hará Trump
para traer de regreso a EE.UU. los empleos que se fueron a otros países,
reducir la carga impositiva doméstica, sustituir el programa de salud
"Obamacare" o mejorar la infraestructura del país, entre otras
promesas que hizo.
"Puede estar satisfaciendo a su base
(electoral), pero va a necesitar más que su base cuando se trate de cosas
que requieren legislar y no puede hacerlas solo con órdenes
ejecutivas", le dice Oppenheimer a BBC Mundo.
Aunque Trump cuenta con mayorías republicanas
en el Congreso, y desde que asumió apenas tuvo tibios cuestionamientos y
bastante apoyo desde ese partido, nadie olvida tampoco las duras críticas que
le lanzaron en campaña varios referentes de sus propias filas.
"La pregunta real es cuán pronto y
cuántos republicanos van a romper con el gobierno", sostiene Oppenheimer.
"Y realmente (Trump) tiene que evitar que eso ocurra".
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